SALIDA DE DELHI 31 DIC 08 - 1 ENERO 09
Pocas cosas comparables a la adrenalina que nos hizo masticar el rickshaw que nos llevó de la puerta del hotel de Delhi a la estafeta perdida de la mano de dios, de donde salía el autobús. Si trabajáramos en Nintendo les diríamos a los que desarrollan los videojuegos que se dieran una vueltita por Delhi de night y crearan algo parecido, porque seguro desbancaban a cualquier otro juego de reflejos, sustos, esquives, incluso estrategia...uno no logra entender ni por asomo, como entre tanto caos no se ve ni un solo accidente: media hora de trayecto, de montaña rusa entre hombres palillo, empujando carros cuesta arriba cargados con piedras faraónicas, en fila india, (ahora entendemos el término), uno delante del otro, agarrados al manillar de sus carro-bicis, resbalándose cuesta abajo como si tuvieran mantequilla en los pies, autobuses entrecruzándose en contra dirección, (aunque aquí eso es aleatorio, nunca se sabe cual es la dirección), vacas, niños, ancianos en cuclillas en mitad de la calle, miles de motos tipo el torete y el vaquilla de un lado para otro, cientos de vendedores ambulantes, todo el mundo apresurado y nosotros dentro del videojuego, con las mochilas agarradas a los dientes, callejuela arriba, callejuela abajo, sin saber donde realmente nos iba a llevar el rickshawista, por un interminable laberinto de mierda, polvo, ruido, frenazos, pitidos, algo una vez más infartante, el corazón a quinientos y el estómago cerrado como el culo de una muñeca.
Llegamos a un chiringuito destartalado, con la buena suerte, que nos sientan en un banquito detrás del vendedor de tickets, esa oficinita de cartón y chapa, en mitad de fogatas, gente escupiendo y gente tullida esperando en el suelo, viene a ser nuestra sala VIP. Obviamente que el autobús iba a salir 2 horas later, así que desde esa platea vimos una buena obra: “Vengo en busca de boleto”, desde uno que subió la vespa encima de la moto, hasta otro que prácticamente hizo la mudanza de su casa.
Por fin logramos encaminarnos hacia nuestro bondi, noche cerrada, mochila al hombro, ticket en boca, es tanta la gente y tan oscuro el lugar, que sin querer tropiezo con algo que al no moverse y no distinguir qué era, si un perro, un mono, un saco de arena, un motor o una maleta, le pego una patada ninja autorefleja como cuando el doctor te da con el martillo en la rodilla y oímos – Ugalá kalai gulá, o algo parecido.. era, no un tío, sino tres, fumando en medio metro cuadrado en mitad de la oscuridad. Sorry, sorry...

Subimos al bus y nos metemos en una litera, hasta que salimos, una hora más, y una vez arrancamos otra hora más hasta salir de Delhi. Fueron esas dos horas las que supusieron una puntillá anímica, dos horas de ver por la ventanilla, no a unos pocos, sino a una hilera interminable de gente durmiendo tirada en la calle, como si todo el mundo que nos habíamos cruzado por la calle durante el día no tuviera, (de hecho así parece), otro sitio donde caer muertos que la tierra del suelo, dos horas sin lograr llegar a una carretera donde cambiara un poco el paisaje, la gente que durante el día lleva un carro con fruta, corre las frutas hacia una esquina del carro y se tira a dormir en la otra punta, el del rickshaw se tira en el asiento de atrás con unos harapos y los de los tuctuc hacen equilibrios entre el asiento y el sillín de la bici para lograr estirar una pierna, los demás, la inmensa mayoría: a tierra.
¿Cómo describir vidas en las que pareciera que ningún indio pudiera decir esta boca es mía?, de lo que vimos de Delhi, a nuestros ojos nos dio la impresión que no se vive, sino que se sobrevive, y aún así quizá son más felices que nosotros, no sabemos.
Machado escribió algo, que visto el patio, aquí, cobra sentido:
"Tiene más mérito el dejar
Que el conseguir."
Seguramente gracias a sus creencias religiosas, su vida es simplemente un tránsito hacia algo mejor, una simple parada de metro, en la que hay que esperar... si te toca ser mecánico indio te acuclillas ahí al lado de los veinte mil resortes, tuercas, amortiguadores y te conviertes en un motor más...
Esta instantánea es en honor a Borghini, su máxima la tenemos bien presente "una vez el carro se pone en marcha...los melones se acomodan", Fede fue nuestro mentor en esto del blog, basta que pongais Federico Borghini India y Nepal en google para que nuestras visitas se vean mermadas en favor de las suyas, pq hizo un blog alucinante que si lo veis os encantará.
De agradecer tb a Willy por las pelis que nos grabaste, cada dos noches o tres tenemos cine en las rodillas, el Corto Maltés buenísima.
Nos felicitamos el entrar en el 2009, desde esa litera, al son de un móvil indio desde el cual no dejaba de sonar algún histriónico éxito de Bollywood: violines y cascabeles a toda hostia.
Tras 5 paradas, para hacer pumpún, comerse alguna semillita, o tomarse un chai, en las que entra gente en el autobús para vender algo, gritando como las mujeres saharuis, logramos llegar a Pushkar.
1 comentario:
Que agitados se los nota.
Muy bien, legaron a INDIA!!!!
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